A la memoria del P. Vicente, párroco
Ahora, cuando el tejo está reverdecido,
cuando sol y lluvia alternan en el aire
y el reloj del campanario al fin se ha decidido
estás, Vicente, de vuelta al infinito.
Ahora, cuando el verdín trepa la muralla
del camposanto y el polvo agrieta los misales,
mientras mi niño ríe con su madre
has, Vicente, perdido la batalla.
Sudabas en el huerto, el día que te vi:
"no da fruto el frutal sin trabajarlo".
Nuevos brotes brotarán de tus esfuerzos.
Nuevas manos se alzarán a cristianarlos.
Porque tú estarás de vuelta al otro abismo,
sin mirarlo todo por encima de tus gafas,
sin soledad ni enfermedad disimuladas
por tu ejemplar alergia al protagonismo.
Eras bueno, Vicente, y ahora estás muerto.
Oración y azadón se sienten huérfanos.
Te los llevaré conmigo de la mano
una tarde de estas que esté, también yo
de vuelta al huerto.
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sábado, octubre 13, 2007
De vuelta al huerto
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