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miércoles, agosto 08, 2018

La mirada del extranjero no cambia la ciudad

la ciudad, la noche nueva


https://drive.google.com/open?id=1enobs1WyBhrcgRFklgnrmLG3K6uxARfp



La misma ciudad que bien conoces
se muestra hoy extraña y diferente.

Las plazas, abrasadas de silencio por la tarde,
el brillo primitivo de las fuentes,
las tibias arcadas y cafés, los árboles de sombra —su desgana—,
el pálido frescor de las heladerías,
el híbrido rumor en las terrazas,
respiran, todos ellos, otro aire.

No cambia la ciudad, solo tus ojos
mudan de visión, de circunstancia.

                                                            Tú
adoptas la mirada y el andar del extranjero:
remiso en el saludo, holgado el paso,
vacío el sentimiento de cadenas,
como un viajante circense o de comercio
que capturase lo nuevo, la luz de lo distinto.

¿Pero, qué razón, intuyes, hay en ello?
En esta migración de perspectiva, en este exilio interno.
                                                                                                    Tú
has sido todo el tiempo un extranjero, salvo ahora,
cuando miras la ciudad, la noche nueva,
vaciando el sentimiento de cadenas.

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