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viernes, abril 15, 2016

Verboso alien


SoKo.  I thought I was an alien



      




 quisiera ser amor entre los muertos
                    Pilar Morte



Decía ya estoy bien y no era cierto.

Quedaste inserto en mí
como un verboso alien, como un quiste
okupa entre mis lóbulos frontales,
ciñendo tu presencia acurrucada,
más masa que recuerdo, más química que espíritu.

Devino un soterrar de pablos secos
después de tu inserción, como aquel viento
que entrara por otoño al bosque atónito
portando su otredad,
llevando cada hoja a suelo abierto.

Tu muerte tu invasión, verboso alien,
o tal vez fuera amor entre los muertos
que encuentra un recipiente vivo y dúctil
sin cauce que aliviar, así se llena el ciervo
del lobo yugular entre la noche.

Y un día terminó
-recuerdo la mañana esclarecida,
mi cuerpo en laxitud después del sueño,
oler café, oír a gente hablar y no eras tú-;
plegaste la neuralgia entre tus alas
y volaste a descansar hacia la nada.

viernes, abril 01, 2016

Un incidente en Velintonia

El lamentable estado actual de Velintonia. Calle Vicente Aleixandre, 3. Madrid.

Cierto día, Jaime Gil de Biedma adelanta su hora de visita a Velintonia 
[algo que a Aleixandre no le gustaba, dado el estricto horario que establece para recibir]. 
Para su sorpresa, es Carlos Bousoño quien, en albornoz, le abre la puerta.

La memoria de un hombre está en sus besos. Biografía de Vicente Aleixandre.
Emilio Calderón, 2016






Me abriste la puerta, y antes que cerrara sus ojos tu sorpresa
con un grueso sudario de cumplidos,
percibimos los dos la mordiente emanación de la violencia
del amor interrumpido, disputado.

—Jaime…— apenas una sístole jadeante,
el reflejo defensivo de anudar tu albornoz al acre olor a hombre,
un prosaico asomarte de burgués sobre mi hombro,
acaso al murmurar del cedro al viento,— ¿Cómo estás…?

—Carlos, ¿quién es? — la voz del redentor gemía dentro, lejos,
mullida todavía de placer,
caprichosa, ligeramente anciana, intransigente,
y tus ojos se encontraron por un tiempo con los míos,
callando las palabras, teorías, poesías…,
pidiendo nada más que compasión para los tres,
queriendo anegar en amistad nuestras quiebras respectivas.

— Ya sabes que yo siempre me adelanto— te dije,
y sonreímos.



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