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viernes, abril 12, 2024

Aquella Thule

 

La isla de Thule (como Tile) en la Carta Marina de Magnus


Si a la urbana mansión no te acomodas

y aspiras de los mares al gobierno

Tetis para su yerno

te compra al precio de sus ondas todas,

y tu Numen de Nauta venerado

hasta la última Thule es proclamado.

 

Virgilio. Geórgicas.

 

 

Fascinado por fábulas del Sur, erraste largo viaje.

Hollaste pueblos blancos y asiste verjas negras.

En un patio nocturno con fuente de alabastro

sedaba luna el agua y a lo lejos

gemía un cantaor, templaban palmas.

 

Supieron de tu fario tabernas portuarias y capillas.

Traficaste rencor, sustancias indolentes, cachivaches,

cuerpos de saldo que surcaban ateridos el estrecho.

En plazas vespertinas donde el aire mimaba los naranjos

lucía la guitarra, poetas del pueblo recitaban.

 

Toda la vida es sueño; ese sueño

bullía soberano y dulce en tu cabeza.

Aquel patio gitano, aquel sopor de cáñamo

falseaban contingentes a la urgencia de tu alma.

No daba luz su mar, ni su sol bruñía jarcias:

nunca existió ese Sur que tú soñabas.

 

Roló tu viento entonces hacia el Norte de la infancia.

Aquella tierra oscura, aquella Thule

reclamó los réditos del tiempo,

su derecho antiguo al gobierno de tus cosas.

Almirante ya en edad, perito en tempestades,

descansaste allí por fin de sueños y sirocos.

 

Más allá de amores turbios, traiciones deseadas, latitudes,

más allá de cualquier furia y cualquier cuerpo

intuías ya la sombra de los diques insalvables:

la difusa, bestial y necesaria última Thule.

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