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miércoles, febrero 20, 2019

Destino MAD







Los viajes de negocio te confunden
—el zoco de Estambul, el lago rosa, el café de la oficina en Ipanema…—.
Despiertas, exteriormente a la vida,
con la sien en la ventana de un avión
y ves en la distancia una ciudad de gris desperdigado.



El cielo, reservón, no otorga pistas; el susurro
robótico del inglés de la azafata
resulta como el zumo de naranja: indetectable.
Problemas de jet lag o sueños rotos,
la cuestión es que no sabes dónde vas.



La tarjeta de embarque salvadora,
asoma entre la red del revistero.
Destino MAD.
Problemas de corazón, de memoria, o de cordura,
la cuestión es que no queda
completamente claro
adónde vas.

sábado, febrero 16, 2019

Ascenso a poética

Rapunzel, fuera de la torre




Has saltado finalmente la baranda.
Delante de ti, se yergue la torre incógnita, fragante.
Descrees del principio de pureza
y prefieres afectar que todo es farsa:
ladeas ―¿hacia quién?― la sonrisa del niño, pero sabes,
de alguna forma intensa, que quieres ascenderla.



Un mundo vertical, un sabor en la boca a enredadera,
se interponen entre el barro y los murmullos
que brotan, dorados, de lo alto
y percibes débilmente, como en sueños.
Intuyes, Romeo desastrado, la piedra lijosa tras el musgo,
los asideros del rosal aun desflorado, bajo púas,
unas uvas dulcísimas y claras que solean la enramada.



Comienza la ascensión, y en medio del esfuerzo has comprendido
que no tienes edad ni aliento para abismos,
que sangran los oídos y las manos,
que abajo espera otro,
más joven y más limpio. Y más dotado.



Y arriba espera ella, vacía de regazo, imaginando
un tallo enhiesto y duro, capaz de penetrarla.

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