Era levada hacia la voz desde lo hondo
tras un moroso vértigo de error y probatura,
en una reluctancia de ancla fósil, en una
fundición de engranajes agonistas.
Era su tracto lóbrego y salvaje, palpitante como fósforo abrasado,
torcía su semántica un pasado de veces enfangadas,
legraba cualquier simple fonación el simple esfuerzo.
Era su tensa inanición realimentada
en un bucle cerrado de problemas
--volver a desunir, a desguazar la boca toda
era volver a derrotar hacia la sombra.
Era su eco último lo mismo que salir a una albufera:
quebrar el remo inhábil en la roca
y dejarse mecer por el agua y la luz en sus cabriolas.
Allí quedaba exhausta la palabra,
boqueando.
2 comentarios:
Escribes con una intensidad inusitada y nos haces vivir la angustia y la necesidad desde la belleza de la poesía. Amigo Pablo, me encantó. Todas mis felicitaciones. Con un abrazo.
Salud.
Julio,
eres la bomba, amigo. No sabes cómo me gusta que vengas a comentarme.
Un abrazo.
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