Rumor de monte bajo en aguacero;
te ampara el roquedal, la senda espera
que vuelvas a pedirle compañera
condúceme al tranquilo abrevadero.
Verás el cielo abrirse al estandarte
del pico enharinado, la pradera
mugiendo queda atrás, pero a tu vera
pinos de Valsaín para escoltarte.
¡Encárate a la luz! Que tus escamas
convoquen todo el oro de este mundo,
que vuelen tus sentidos con el viento.
Y si lees los labios a las ramas,
su hexámetro marítimo y fecundo
será tu trascendencia, tu alimento.
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