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jueves, julio 16, 2009

El último Neardental vivió en Gibraltar


Me husmearon al llegar, blandían cuernos,
bracearon su alarido en torno mío;
sus ojos contenían el vacío
hambriento de las bestias en invierno.

Sacaron nuestros huesos de la cueva
y hozaron el frescor de nuestra fuente;
dudaban entre especie inteligente
o asesinos del alma en la era nueva.

Escaso en interés e inofensivo
me dejaron marchar con vida entera
-por suerte era verano en la pradera

y daba sombra y fruta un viejo olivo.
Un día inesperado cayó el hielo
abriendo una útil grieta sobre el suelo.

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