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miércoles, diciembre 07, 2016

Plegaria


Carrie Fisher en 1977
https://drive.google.com/file/d/1OPYk8SdSyrEAaOeQ6l_1axXdShkpa7PH/view?usp=sharing






Vas explorando terreno árido, improbable,
en gemido frío y distancia, como perro
de lomo tembloroso que husmeara
vida externa nueva
donde otros perfumaron antes con su magia los túmulos del alma.


Las leyes de ese tránsito erizado son el sueño y el recuerdo.
Recias leyes: allá entre la maleza de vergüenzas, donde odias
escarbar memorias tumefactas,
un reclamo fantasmal, un volátil humor de trufa negra
lo paraliza todo, te religa con algo que no es nada.


Lo demás es tiempo dudoso y tierra fuera:
preñadas de silencio, tus carencias
hacen uñas codiciosas y entonces, afilada y rara
polilla endémica que pasa por cedazos normativos de palabras,
ve la luz, como un recién nacido,
palpitante y compleja,
                                  la plegaria.

sábado, noviembre 12, 2016

Sueño despertar

Daysleeper


Sueño: labios, baranda, noche imaginaria. Despertar
sobre lomas en calma de otra noche —¿verdadera?—
y no saber por un instante si eres carne
o imagen proyectada. Párpados despliegan a lo negro
pupilas primitivas que apremian un ámbito exterior sin decidirlo. Rige
una ley fronteriza en la conciencia.

La breve moratoria en retomar vida baldía no es nostalgia,
porque nunca sucedió lo que soñaste. Es
un abrazar lento a la pereza de ti mismo,
un trabajo delicado de extinguir la fantasía
y volver serenamente al entendimiento blanco de las cosas.

Desciende por fin tu identidad por las lamas de luz de la persiana;
se pliega el tiempo a un orden en el brillo digital de la mesita
—la hora del suspiro y del gemido entre las sombras—:
calle X, cuidad Z, mundo D, especie H…

Y ofrece el paladar por dos veces a la lengua
un ligero sabor a caja de madera.

sábado, octubre 22, 2016

Rodrigo


Paracuellos, de Carlos Giménez


Pienso en ti, y pienso en los mecanismos del  fracaso. Muchacho
delicado te recuerdo
librando una estéril reyerta de colegio.

¿Qué es perder? Cuando el lacre vital manaba escandaloso de tu ceja
tu pírrico rival ya calculaba abrumado su galerna:
un cura de flema tenebrosa, exilio a casa,
un padre impune y monstruoso —de tal palo tal astilla—.

Eras nuevo y eras frágil, y fuiste digno como un niño.
Aquel capo de recreo y su distinguido corrillo de cobardes
esperábamos sumisión al silencio establecido, que evitaras
complicarte la vida después de un sarcasmo fornicante
sobre tu madre —pobres madres—;
que mirases huidizo hacia otra parte, como adulto…

Pero tú volvías y volvías a por puños,
cojonero, replicante; a sabiendas de la herida
física —incluso, si fuera necesaria, de la muerte—,
a sabiendas de la debilidad de todo caudillaje ante el valiente.

Tu instinto era lúcido y entero, pero solo con tiempo pude verlo.

Estoy cansado.  A veces pienso que es tarde para todo:
desertar de aquel corrillo infame, ponerme de tu lado... Debería,
aquella vez en el trabajo que aquel jefe…
o aquella otra vez que… y nunca hice nada, dije nada.

Hoy recuerdo, Rodrigo, pienso en ti
y pienso en los mecanismos del  fracaso.

jueves, octubre 06, 2016

El niño que recitaba



https://drive.google.com/file/d/1wq1ucBeYGJHYQdWvWn8nDp6euewxuekU/view?usp=sharing

Recitado por Juan Ibáñez


Cayéndose del guindo, feo y marcado,
la presa de los reyes del recreo
decía, en dulce paz de ninguneo,
palabras a compás bien resguardado.

A un orden inmortal abandonado
gustoso paladeaba aquel fraseo:
pirata luna y arpa, olmo y deseo,
el fiel moro Abenamar y el tractado.

Vibraba entre las pausas un ardor,
estrófico temblor,
un destino de santo o de corsario.

Pero el río del niño da en la mar
haciendo niñería el recitar.
La prosa le hizo adulto, un ser falsario.

viernes, septiembre 16, 2016

Asuntos de septiembre

como un ñu a punto de cruzar el río Mara

Quizá no pase el tren, después de todo. Hay una lenta rutina de hojas descendiendo sobre este apeadero. Los árboles aspiran la mañana —la batalla solar— y, sin embargo, la noche no parece dispuesta a renunciar a su granítica torpeza, a su coagulación de legaña, a su blanda parsimonia de gemidos. Un viento a ras de suelo desempolva con tedio los raíles.

Asuntos de septiembre: las nubes se acumulan espaciosas por el norte, como alas de ángeles gigantes mal lavadas, esperan renovarse en aguacero; parecen dirimir si todo cambia, si nada permanece. Pero ya se despereza la luz desde levante, apremia su labor de consumar la realidad, definir el perfil de lo existente. 

Un hombre espera en la otra orilla del andén, un extranjero. Quizá piense en mí, en lo que yo pienso de él. Su aspecto es laboral, conservativo: una entrevista de trabajo en Madrid, otros negocios... Después del compromiso podrá comerse algún menú de barrio, un bocadillo. Tal vez incluso le espere alguna cita interesante a media tarde, cuando el picor se acumula en las aceras, en los cuerpos.

Pero esto no le importa, no lo piensa: antes de que septiembre esté en septiembre, alternará entre agosto —brisa marinera de las olas— y un invierno de frías palideces. Su depresión nerviosa se verá afectada por estos vaivenes atmosféricos. Pero dirá: la Sociedad, la Política, Teresa, el tren que nunca pasa… Buscará una razón a su despiste que no tenga que ver con caducas o perennes.

Lo mismo para mí: esta desidia, este aliento de abismo en las amígdalas, este aletear de migraciones, como un ñu a punto de cruzar el río Mara. Este amor de eunuco, esta batalla.

domingo, agosto 07, 2016

El abrazo de la Nada




https://drive.google.com/file/d/1xz0XaVhEGbiZGrTSkAOaRF9AXcAwnZr-/view?usp=sharing


Cruza el eucaliptal a pleno duelo
en una tarde estática en verano,
dócilmente la urna de tu mano
a las dunas, al mar curvado al cielo.


Inclínate en la arena, no haya prisa
—rodillas como pétalos se ofrezcan,
mejillas como auroras resplandezcan—
y añade mis cenizas a la brisa.


Gritará eternidad una gaviota
al ocaso encendido y el relente
hará de prologuista a la Gran Hada:


la Noche. Mas no abraces tal derrota,
abraza la caricia del potente
y amable contenido de la Nada.

jueves, julio 28, 2016

Pozu de carbón


https://drive.google.com/file/d/1yup2C6hS-PYeKdfDdScjjoJ5rTU44CvX/view?usp=sharing



a Isabel Moncayo 



N'Asturianu 

La ponte de madera, tras el monte 
tu pueblu ente maízu, mi caballu 
bufía la nebluca del carbayu 
y el sol llambía'l ríu al horizonte. 

Mirábanme llegando namoráu 
y abríen les ventanes, y les cortes 
tornábanse glayar, y a tantu glayu 
brotaben tus sonrises como flores. 

¡Fuxir de mocedá!, que fácil daste 
pa llueu amayucar les alegríes 
y da-y fueu al prau donde fozaste... 

¿Pa qué marchaste a Uviéu? ¿Qué queríes 
que nun l'hubiere equí? Y equí dexaste 
un pozu de carbón: les penes míes. 


En Castellano 

El puente de madera, tras el monte 
tu pueblo entre maizales, mi caballo 
bufaba la neblina del carvallo 
y el sol lamía el río al horizonte. 

Me miraban llegar enamorado 
y abrían las ventanas, y las cortes 
tornaban a mugir, y a ese reclamo 
brotaban tus sonrisas como flores. 

¡Huir de juventud! Amor brindaste 
para luego mustiar las alegrías 
y darle fuego al prado en que te hozaste... 

¿Por qué te fuiste a Oviedo? ¿Qué querías 
que no lo hubiera aquí? Y aquí dejaste 
un pozo de carbón: las penas mías.

sábado, julio 02, 2016

Tu parte más salvaje



https://drive.google.com/file/d/1gZk-GHXj8_p8m0Q7uGBzPe6IwJTDUQ9_/view?usp=sharing


Tu parte más sensible tremendamente expuesta.
Víctor F. Mallada

En esa extraña paz tras un concierto
caminamos la noche por las calles
bulliciosas y tibias, los detalles
de tu cuerpo lamían el abierto

aire cosmopolita; una densa
ambición de placer desinhibía
tu parte más salvaje -parecía
tremendamente fresca, joven, tersa...

Los días han huido. La ciudad
agoniza de orden; tus quehaceres
consumen el frescor que aún pervive.

Te queda la ficción de toda edad
para salvar la esencia, lo que eres:
eximir esa parte del declive.

domingo, junio 26, 2016

Omertá

en los rincones agrios de la casa



No digas lo indecible.
Hay algo que no debe ser nombrado, es
más antiguo, más grande que nosotros, más oscuro; se acumula
en los rincones agrios de la casa, en los amarillentos retratos. 
Podemos callarlo juntos —si tú quieres—, hederlo
y escrutarnos los ojos después sin decir nada.


Vinieron especialistas del Estado a gestionarlo. 
Mostramos en silencio, nosotros, la familia, inofensivos. Era
complicado, dijeron,  incómodos en la cercanía de lo humano, 
evitando siempre cruzar nuestra mirada –el Estado—, sospechando…
Fue mejor callar.


¡Pero tú dices lo indecible, tocas lo intocable!  ¿Así pretendes
sobrevivir, ser  de provecho? ¿Quién va a significarse cuando caigas?
¿Quién, cuando pase de moda la verdad y tú vayas de auténtico y de puro?


Nadie. Calla y sálvate
porque a nadie le conmueve lo inaudito:  las palabras
indecibles de los otros, de nosotros, que retumban
en los rincones agrios de esta casa, 
en los amarillentos retratos.

sábado, junio 25, 2016

Mucho González, poco Ángel






Pidiendo ayuda a gritos en silencio
salía del poema hacia la calle.
Pausaba diez minutos en el atrio, así que remansara
la tensa inanición de la palabra.

La brisa del canal soplaba fresca.
Abría mis entrañas para olerla, sacaba un cigarrillo;
la noche transitaba sin esfuerzo, algún claxon lejano
manaba del rumor del universo.
Fumaba como un niño, libremente.

Tenía que decir mucho de ti.

De cómo desalojas la norma cuando pasas,
del mar de kriptonita en tus pupilas,
ese mohín cerval cuando calculas,
las trazas en idioma neardental si te ensimismas.

Tendría que decir, pero ya sabes
que hay mucho González, poco Ángel.


jueves, mayo 26, 2016

La visita







Entro. Viertes tus ojos azules como lagos
aturdidos, ajenos a todo reconocimiento y empatía.
Inmóvil, proyectas al entorno hospitalario
tu cuello de tortuga inextinguible, eres
sólo ojos y cuello y boca
abierta, como válvula industrial abandonada en la maleza.
Veo un drenaje de blanca oscuridad clavado en tu centro, tu gruta nasal es irrigada.
Un silbido técnico de trenes de la noche te oxigena.
Brilla en ti aquella antigua luz, nunca se apaga.

¿De dónde viene?
Tus órbitas descienden a mis manos distraídas,
húmedas se alzan, me interrogan;
labios como lamas arenosas, parecen devanar algún recuerdo
casa de verano en primavera,
cielo laminado en cirrostratos,
viento fresco gaviando la bandera—
que del mismo tiritar se desvanece.

Me inclino a susurrarte. Percibes mi palabra desde lejos;
escruta el gotero la enfermera, sonríe, dice algo;
entornas tu Parkinson mecánico
desde un silencio oscuro que no alcanzo; si pudiera
detener por un momento la huida de todo hacia la nada
y hablarte y escucharnos como entonces, cuando eras
enérgico y profundo, duradero, y tu risa devoraba las ideas.

Hablarnos y escucharte como antaño, cuando éramos
animales de vida y no fantasmas
asomados al abismo, tan humanos, ahora.

martes, mayo 03, 2016

Instante joven




En aquel instante joven el aire de la calle prendía nuestras risas
al bullicio que manaba del primer bar de la noche;
¡qué ojos pertinaces al deseo, qué fragua de sueños humeantes!
lejanos todavía nuestros cuerpos del áspero exterminio de los años.

¿No recuerdas dolernos de fruición ante un espejo,
la flor labial amarillenta, huyendo a su placer en la madrugada?
¿No recuerdas la carencia animal de perspectiva,
la ignorancia tenaz que nos salvaba y nos perdía?

En aquel instante joven, la delusoria mugre de lo serio aún no había
cubierto con su grasa las ideas, podíamos mentir tranquilamente
con esa lúcida inocencia que acaba desmintiéndose a sí misma,
molida de vergüenza ante lo cierto, presagios, condiciones….

¿No recuerdas fumar furtivamente, la casa de madera sobre el árbol
detrás del cañaveral, junto a la acequia
canalizando la brisa saturada de luz en la mañana
y no tener memoria libre ni criterio de amor para guardarlo?
¿No recuerdas deambular indistinguibles la vida y la inconsciencia?

Al punto de inconsciencia —dilo tú— que no hubo, en realidad,
instante joven, sino ahora,
en forma de nostalgia de lo incierto.

viernes, abril 15, 2016

Verboso alien


SoKo.  I thought I was an alien



      




 quisiera ser amor entre los muertos
                    Pilar Morte



Decía ya estoy bien y no era cierto.

Quedaste inserto en mí
como un verboso alien, como un quiste
okupa entre mis lóbulos frontales,
ciñendo tu presencia acurrucada,
más masa que recuerdo, más química que espíritu.

Devino un soterrar de pablos secos
después de tu inserción, como aquel viento
que entrara por otoño al bosque atónito
portando su otredad,
llevando cada hoja a suelo abierto.

Tu muerte tu invasión, verboso alien,
o tal vez fuera amor entre los muertos
que encuentra un recipiente vivo y dúctil
sin cauce que aliviar, así se llena el ciervo
del lobo yugular entre la noche.

Y un día terminó
-recuerdo la mañana esclarecida,
mi cuerpo en laxitud después del sueño,
oler café, oír a gente hablar y no eras tú-;
plegaste la neuralgia entre tus alas
y volaste a descansar hacia la nada.

viernes, abril 01, 2016

Un incidente en Velintonia

El lamentable estado actual de Velintonia. Calle Vicente Aleixandre, 3. Madrid.

Cierto día, Jaime Gil de Biedma adelanta su hora de visita a Velintonia 
[algo que a Aleixandre no le gustaba, dado el estricto horario que establece para recibir]. 
Para su sorpresa, es Carlos Bousoño quien, en albornoz, le abre la puerta.

La memoria de un hombre está en sus besos. Biografía de Vicente Aleixandre.
Emilio Calderón, 2016






Me abriste la puerta, y antes que cerrara sus ojos tu sorpresa
con un grueso sudario de cumplidos,
percibimos los dos la mordiente emanación de la violencia
del amor interrumpido, disputado.

—Jaime…— apenas una sístole jadeante,
el reflejo defensivo de anudar tu albornoz al acre olor a hombre,
un prosaico asomarte de burgués sobre mi hombro,
acaso al murmurar del cedro al viento,— ¿Cómo estás…?

—Carlos, ¿quién es? — la voz del redentor gemía dentro, lejos,
mullida todavía de placer,
caprichosa, ligeramente anciana, intransigente,
y tus ojos se encontraron por un tiempo con los míos,
callando las palabras, teorías, poesías…,
pidiendo nada más que compasión para los tres,
queriendo anegar en amistad nuestras quiebras respectivas.

— Ya sabes que yo siempre me adelanto— te dije,
y sonreímos.



miércoles, marzo 09, 2016

El amor que llevas dentro

Roger Sánchez. Another chance



Si pudieras calmar entre tus manos
el amor universal que llevas dentro
-tocar su impunidad, hacerlo cuerpo,
parar un autobús con su perímetro de años…

Amor que profesas a las calles animadas
y su gente. Si pudieras volcarlos todos dentro
del cráter de ansiedad que te perfora,
derretir su miedo en tu talento
especial,
regalarles un pedazo de tu vida de heroína,
sin bodas ni tacones, sin prisa que envejezca…

Amor que se ensimisma en un sujeto
pasivo. Si pudieras fundir su corazón monotarea
con el fuego de proyectos que le arrojas
sitiándole en la paz del ascensor
ametrallada de ilusión
-pero él frunce su pasmo, rumia hechos…

Si pudieras doblar tus emociones, cegarlas para luego,
tasar las cucharillas de amor que corresponden
en un remedio amargo  
y no endulzar paredes,
serías diferente:
un absurdo robot de protocolo
en un baño de aceite.


martes, marzo 01, 2016

La lógica del premio






Por último dijo el Dodo: “Todo el mundo ha ganado, y todos deben recibir premio”
Lewis Carroll. Alicia en el país de las maravillas.



En momentos de calma, sin afanes
que brocen el cauce de tu juicio, después
de la congregación alrededor del rito jerárquico del mundo,
en lecho dado a sombra, silencioso, en tibia soledad propicia
al ensayo furtivo del amor —su lasitud— y a los recuerdos,
asciende hacia tu rostro una antigua vergüenza amoratada,
un residuo calcinado de tu infancia.

No rindas a ella lo que fuiste, lo que eres, mas
dite que no pudiste ser humano de otra forma
sino aquella en la que el tiempo y el espacio se inhibían
en percepciones de tangencias insaciables: 
la tiza diminuta, la pizarra, el patio atardecido en la ventana,
el aura febril amarillento, cosido a la cabeza escrutadora del maestro,
clavada en una oscilación lejanísima de risas de colegio.

No digas hubiera hecho mejor
el tahúr de monasterio que tomaría luego el mando, años después,
cuando ya la sedición del crecimiento había desplegado su artificio
adaptativo, cuando el mazo ya estaba barajado y el reparto
esperaba tan solo el movimiento neutro de una mano.

No rindas, no digas, porque ahora 
tú sabes la verdad; sabes que nada
escapa de la lógica del premio:
si fuera para todos, mi amigo, no sería.

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