Pidiendo ayuda a gritos en silencio
salía del poema hacia la calle.
Pausaba diez minutos en el atrio, así que remansara
la tensa inanición de la palabra.
La brisa del canal soplaba fresca.
Abría mis entrañas para olerla, sacaba un cigarrillo;
la noche transitaba sin esfuerzo, algún claxon lejano
manaba del rumor del universo.
Fumaba como un niño, libremente.
Tenía que decir mucho de ti.
De cómo desalojas la norma cuando pasas,
del mar de kriptonita en tus pupilas,
ese mohín cerval cuando calculas,
las trazas en idioma neardental si te ensimismas.
Tendría que decir, pero ya sabes
que hay mucho González, poco Ángel.
2 comentarios:
¡Qué estupenda ocasión encontrarme con esta lectura en tu casa! Siempre es ocasión de disfrutar y aprender de esta devoción por el poeta y el hombre; devoción, hombre y poeta que dejan huella. Enhorabuena.
Salud.
Julio G. Alonso
Gracias Julio.
Te mando un fuerte abrazo.
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