Recitado por Juan Ibáñez
Cayéndose del guindo, feo y marcado,
la presa de los reyes del recreo
decía, en dulce paz de ninguneo,
palabras a compás bien resguardado.
A un orden inmortal abandonado
gustoso paladeaba aquel fraseo:
pirata luna y arpa, olmo y deseo,
el fiel moro Abenamar y el tractado.
Vibraba entre las pausas un ardor,
estrófico temblor,
un destino de santo o de corsario.
Pero el río del niño da en la mar
haciendo niñería el recitar.
La prosa le hizo adulto, un ser falsario.
4 comentarios:
Escojo este poema, pero leí varios que he disfrutado mucho. Un decir rico, sincero y bien transmitido, adornan tus bien logrados versos. Un gusto, poeta. Abrazos.
(entre por un comentario en editorialalaire)
Gracias Monje por tu amable comentario. Me alegro que te haya gustado.
Pablo
Siempre un placer y siempre sorpresa, amigo Pablo. Salud.
El placer es verte por aquí tan amenudo, querido amigo.
Mucho éxito para LUCERNARIOS
Un abrazo
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