En aquel instante joven el aire de la calle prendía nuestras risas
al bullicio que manaba del primer bar de la noche;
¡qué ojos pertinaces al deseo, qué fragua de sueños humeantes!
lejanos todavía nuestros cuerpos del áspero exterminio de los años.
¿No recuerdas dolernos de fruición ante un espejo,
la flor labial amarillenta, huyendo a su placer en la madrugada?
¿No recuerdas la carencia animal de perspectiva,
la ignorancia tenaz que nos salvaba y nos perdía?
En aquel instante joven, la delusoria mugre de lo serio aún no había
cubierto con su grasa las ideas, podíamos mentir tranquilamente
molida de vergüenza ante lo cierto, presagios, condiciones….
¿No recuerdas fumar furtivamente, la casa de madera sobre el árbol
detrás del cañaveral, junto a la acequia
canalizando la brisa saturada de luz en la mañana
y no tener memoria libre ni criterio de amor para guardarlo?
¿No recuerdas deambular indistinguibles la vida y la inconsciencia?
Al punto de inconsciencia —dilo tú— que no hubo, en realidad,
instante joven, sino ahora,
en forma de nostalgia de lo incierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario