El paso del arroyo la Chorranca |
Extramuros del juicio, a cada paso
estrenabas calcinado derrotero.
Como huérfano abdicado, huías de principios y linajes.
Allá en irisación ardía la ciudad.
Abrazaste después, lejos de ella, la heráclita fe de las
riberas.
Absorto como meteoro vagabundo, hollaste puentes
que unían las ideas de cambio eterno y de reflejo.
El rumor inagotable del río disipaba
la furia entre tus párpados. Los juncos
se arqueaban al fragor de la crecida. Comprendiste.
Al fondo de la senda, bajo el árbol,
brillantes de soledad, inevitables,
respiraban las armas sosegadas,
anunciando el ciclo agrio del guerrero.
Y aceptaste.
2 comentarios:
Seguimos caminando, amigo Pablo, y la poesía es el camino. Felicitación, abrazo y salud.
Gracias Julio,
un honor tu paso y positivo comentario, amigo.
Te mando un gran abrazo.
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