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domingo, julio 12, 2009
No son horas
En sordo amanecer tras noche breve
plomizo despertar de los andenes;
la calma se hace angosta y muere leve
la luz entre las sombras de los trenes.
Ya pronto vibrará un rumor de abrazos:
palabras se despiden o reencuentran,
afanes por atarse en firmes lazos
queriendo que les amen o les mientan.
No estás. Tu vida brilla por su ausencia.
Tus hombros y tus ojos no han venido,
tus manos, tu cintura y su cadencia
expresan con su ausencia su sentido.
Al fondo del andén un niño llora
y yo quiero llorar, y no son horas.
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