
deja que pasemos
sin miedo
La mueca de su rostro macilento
en cálido susurro hace de guía
del master de pasión y economía.
Un tibio alucinar se hincha a su aliento.
Su escuálida muñeca abre un talento
perfumado en temblor y travesías;
la prima y el bordón abren las vías:
caricias de emoción al pensamiento.
Un grave discurrir, una quimera
de términos contrarios que se abrazan
ensambla su poesía en tal manera
que sol y oceanidad se despedazan.
Toro del intimismo, ahora ha volado
al serio giganterio que ha creado.
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