El día que te mueres hijos lloran.
Amigos se susurran al oído
tus virtudes, recuerdos donde moran
aun calientes tu genio y tu latido.
Y cien años después quedan las malvas.
Otras voces completamente ajenas,
otros revoloteos y otras salvas
resuenan no por ti ni por tus penas.
Tal vez en un rincón de un sotabanco
descanse alguna letra de tu mano,
alguna austera rima o verso blanco
que algún curioso y bello ser humano
declame alguna tarde emocionado
cobrando así sentido al fin tu arcano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario