Volviste de Tannhäuser hecho un hombre
que así se hace el amor y se hace historia;
sin software embebido, sin memoria,
en busca de otra vida y de otro nombre.
Puliste en el examen de empatía,
estima de uno mismo y sed de gloria,
distingo entre derrota y cruel victoria,
y amor por la belleza y la armonía.
Tu residuo deicida fue el estigma
que guió al cazador de recompensas
a obrar la decisión menos cristiana:
en lugar de abrasarte en rayos sigma
mejor haber sabido a tus expensas
de como se fabrica un alma humana.
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