Hay enclaves, generalmente de la infancia, que resumen la raíz de las vivencias que quedan recogidas en nuestra memoria. Cuando desde lejos retornamos a ellos se produce en nosotros la llamada de la tierra, lo que nos atrae de la patria chica...
I
Felipe Fuentes García
Todavía un reducto —acaso
un reino al que volver— se enciende
en la memoria cuando asciende
su voz de enclave hasta mi paso.
Un latir que avizora, al raso,
el tiempo ido donde prende
el corazón, que se suspende
de un renacer tras el ocaso.
Traen plegarias de heno y oro
aquellos dones compartidos,
salmos en cúspides de calma.
Como eco de azahar sonoro
aún sus frutos renacidos
ungen hoy la niñez del alma.
II
Pablo Ibáñez
¿No llama siempre el mar acaso?
Sí, a esa playa donde prende
el salmo húmedo que asciende
al temblor viejo de mi paso.
¿No brilla oro en su aire raso?
Sí: la luz recuerda, enciende
un ardor niño que suspende
el lento viaje hacia el ocaso.
Reposa intacto mi tesoro
en arenales preteridos,
en olas que murmuran calma.
Libera su cincel sonoro
los manantiales renacidos
del agua de la vida: el alma.
2 comentarios:
De dos grandes padres, una excelente cría. Un gusto volver a leerles, poetas. Después de mucho tiempo les vuelvo a leer y continúa intacto su exquisito arte. Un abrazo.
Gerardo Mont!
Qué sorpresa, amigo. Cuanto tiempo sin saber de ti. Es una gran alegría verte por estos lares. Y sí, es un honor y un instructivo placer poder trabajar con Felipe.
Me alegro que te haya gustado.
Te mando un abrazo.
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