al abrasado borde de tu cuerpo
Jose A. Valente
Amarte a ti misma lentamente.
Hambrienta y sana y joven, y vacía,
en el alto meridiano de la noche.
Exenta de gravedad y guarecida
por la atmósfera tórrida del centro.
Absolutamente desnuda para el dildo.
Tus labios entreabiertos en un rictus
gimiente de silencio, ahogado en la caricia
lubricada de la lengua en el suspiro.
—Sirenas lejanas, neones externos, titilando,
aguzan el furtivismo de tu aliento—.
Tus labios entreabiertos en un rictus
gimiente de silencio, ahogado en la caricia
lubricada de la lengua en el suspiro.
—Sirenas lejanas, neones externos, titilando,
aguzan el furtivismo de tu aliento—.
Ya viene el sol, Bimba.
Ya deja que la luz cambiante escalofríe
tu vida fundida, derramándose
desde el borde abrasado de tu cuerpo.
Ya deja que la luz cambiante escalofríe
tu vida fundida, derramándose
desde el borde abrasado de tu cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario