Cae la noche:
toneladas de carne reposando
en altos bloques;
en el límite exterior de
la nube afarolada, en este barrio nuevo,
soñar se nos revela industria
inútil
y no tenemos otra.
Nos vamos avecinando entre
tabiques: los llantos o las risas, las mudanzas,
los ácidos reproches y
gemidos, las micciones,
el suspiro marítimo del
agua en su cascada de cerámica,
la gota de tiempo
pertinaz que ducha el alba,
traspasan todos ellos la
quietud en un dócil estrépito
—imposible no creer que
nadie escucha, es cuestión de inercia y de cordura—.
Atraviesa los solares de grilleras
polvorientas
el murmullo blancuzco del
asfalto, su trasiego, y nos contiene
despiertos, boca arriba,
pensando quién y a dónde
trajina con su cuerpo en
esta hora, qué razones
le obligan a cansarse por
el mundo, o si su noche
será una noche más, como
la nuestra, igual a cualquier otra.
Despiertos en su aroma, a
nuestro lado,
estrenando la cama de
espaldas a nosotros,
los cónyuges de barrio
tumbados en su propio
pensamiento,
absortos en la oscura
calima de la estepa urbanizada,
escuchan en silencio el
mismo aire, parcelándolo
—ellos con el paso de su
tiempo, nosotros con lo externo…—
Así son, ahora y antes,
nuestras vidas:
espejos de las vidas de
los otros,
iguales a las vidas que
sabía el barrio viejo.
2 comentarios:
"Nos vamos avecinando entre tabiques: los llantos o las risas, las mudanzas,
los ácidos reproches y gemidos, las micciones,
el suspiro marítimo del agua en su cascada de cerámica,
la gota de tiempo pertinaz que ducha el alba,
traspasan todos ellos la quietud en un dócil estrépito
—imposible no creer que nadie escucha, es cuestión de inercia y de cordura—. Pablo Ibáñez"
Todo el poema es de una desgarradora sensación de derrota y desencanto. Lo cuentas muy bien con tu personal voz lírica y nos estremeces con estos escenarios por donde nos mueven tus versos. Eres un gran poeta, hondo y profundamente honesto, amigo Pablo. Es un regalo leerte... y aprender. Un abrazo.
Salud.
Gracias Julio. Derrota y desencanto. Julio, yo no sé quién ha escrito este poema. Yo soy la alegría de la huerta, así que no puedo ser yo quien lo ha escrito. ¿quién es, Julio? El otro día en la presentación de Alaire 2016 lo hablábamos: hay un campeón con sombrero por ahí suelto que Julio no puede controlar.
Solo un detalle más: tú enseñas, yo aprendo.
Un abrazo
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