La noche hace piruetas de alambique
de calles desabridas. Fuego amigo
retuerce el corazón; no estoy contigo
ni hay rima resabida que me aplique.
La fiesta terminó, mis sucias alas
se enganchan en esquinas de abandonos.
La luz de amor que inunda tus iconos
se apaga. ¡Tú la apagas! Odias. Callas.
Los súcubos se apartan a mi paso.
Satán ha rechazado mi alma en venta.
Mi sueño soñará otro infierno al raso.
Te ruego, considera, ten en cuenta,
mi falta no parece tan deicida:
renunciar a lo eterno de la vida.