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Antonio López. Los amantes |
En Madrid, las tardes de calor,
se venden más los cuerpos que en invierno.
La calle es un erial de sueños agostados
y breve negociar, y rutinario.
El umbral de las columnas alienta un devaneo
susurrado y moroso, exento de requiebro.
Los plátanos consienten centenarios
el fácil deambular, el mundo raro...
Enrarecidos frescores de portales:
las palmas de las manos os desean -¿por qué suda el dinero?
Hálitos de brisa saturada
acarician cortinas de lino en las estancias,
lo tórrido desnudo entre luz hilo que pugna las persianas.
Resuellan voces ocres, pasos sordos, exhalan ascensores,
patios tragaluces digieren horas torpes.
La muerte del extático calambre
desata el verbo fácil -¿por qué la vida urge?
Pasar del desamor al desamor: gestión de nada.