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Grato proclama a Claudio emperador
Lawrence Alma-Tadema, 1871
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Acércate al caldario;
desnúdate de Roma y de Cartago
como si ya los bárbaros hubieran
limpiado las fronteras;
como si no se inclinaran los esclavos,
ni cónsules irónicos, riendo en el Senado,
gozaran del temblor de tus arengas.
Como si nadie hubiera descorrido la cortina
y fueras para siempre, adicto del escarnio ciudadano,
un cojo balbuciente
que ejerce de bufón en el mercado,
el asno que retuerce grotesco la quijada
a cambio de un bozal de pan y arenque.
Como si ya vinieran las cenizas
a taparnos, y una niña lavara sin pensarlo
polvorientos laureles de tus canas
y riendo enjugara tus mejillas
hinchadas de veneno consentido y sangre derramada.
Como si no fuesen tus ojos como sombras.
Tú, Claudio, que odiaste siendo dios, siendo tarado,
desnúdate de Egipto y de Britania,
como si entrase Germánico en el vaho,
desnudo también él de tantos años,
a librarte por fin de tanta Gloria
y supieras por él que aquellos muertos
esperan sin rencor
la extraña dignidad de tu caída.