
El águila traspasa en la alborada
la niebla silenciosa de la orilla.
La gota de rocío en la mejilla
del chopo que vigila la riada.
Tenue luz atraviesa la enramada;
los tímidos fulgores con que brilla
se rinden ante el frío de Castilla.
Temblando está la hierba en la cañada.
Son prístinos detalles de la vida,
remiten a otro mundo donde existe
la belleza, estandarte de la gloria...
Antes que allá te marches con tu herida
podrás acariciar los que obtuviste.
Así al llegar te guíe su memoria.