
cuando de verdad hace falta.
Tenías la moral muy alta
la última vez que vi tu vida.
Hablabas a lo médico, te habías informado;
pedirías el alta la siguiente semana.
Tenías mil proyectos, “solo el trabajo sana”,
las drogas mantenían tu espíritu excitado.
¡Amabas la vida, de qué manera!
Otros la malgastan sin tu talento,
siempre el mismo injusto testamento
dicta natura, la cruel chapucera.
La misa fue larga y desmadejada.
Siempre te aburría la gente que llora.
El fuego cumplió su misión destructora
y ahora todo tú es una urna dorada.
(Salvo tus obras, que permanecen tan bellas:
eran parte de ti, y tú de ellas)